Pintura de Etiopía

 

Icono religioso en Etiopía

La iglesia ortodoxa etíope acentúa expresamente el hecho de que los iconos religiosos no deben ser venerados como imágenes sino como una forma de encaminar la devoción de los fieles hacia los personajes religiosos que ellos representan y hacia el Arca de la Alianza. Eso explica que los iconos sean imágenes pintados de forma bidimensional y que raramente se recurra a técnicas que creen ilusión de perspectiva.

    En Etiopía no se veneran imágenes esculpidas, en las iglesias ortodoxas no se encuentran crucifijos con imágenes o esculturas de Cristo. La pintura cristiana etíope es una pintura figurativa con reminiscencias de la iconografía bizantina y copta.

   Un icono es siempre copia de otro en el que se inspira fuertemente. Es eso lo que permite al fiel acceder a la fuerza espiritual que emana del personaje sagrado: el icono no es venerado por ser una reliquia, sino por ser un eslabón en la cadena de representación y copia que une al devoto a la imagen original, que es la naturaleza invisible del personaje sagrado.


 

     Los pintores etíopes tenían por lo general una educación religiosa y un aprendizaje durante el cual no sólo practicaban técnicas de pintura sino que también seguían los programas de estudios necesarios para la formación de los sacerdotes. Además, debían tener un conocimiento profundo del Antiguo y del Nuevo Testamento para poder reproducir fielmente las escenas en sus cuadros.

   Tradicionalmente este oficio se reservaba exclusivamente a los hombres. La Iglesia Ortodoxa prohibía las pinturas de las mujeres porque éstas se consideraban ritualmente impuras durante la menstruación.  A los pintores de la iglesia no se les permitía pintar cuadros de temas seglares, ni tampoco para la venta.

    Características

Los pintores prescinden de planos de fondo innecesarios, tales como paisajes, plantas, animales o edificios, para concentrarse en la ilustración. Su técnica requiere que dibujen primero en negro los contornos de la figuras para seguidamente pintar los espacios con colores claros, fuertes y brillantes. Después vuelven a dibujar en negro los contornos finales. No prestan atención a las luces y sombras. La rigidez en las posturas de las personas retratadas evoca la tradición de pintura religiosa antigua, en la cual la postura hierática indicaba que las personas eran sagradas  y requerían ser inmortalizadas con gran dignidad. En algunas ocasiones Cristo era retratado con las facciones típicas de un gobernante etíope y siempre con piel clara.  Los santos y arcángeles tenían siempre la piel muy clara, a veces con largas barbas y sin ninguna sombra en la cara. Frecuentemente montados a caballo con capa y espada. A los siervos se les presentan más pequeños y morenos, pintados con negro y gris. El diablo se  representaba con piel de color negro, grisáceo o en azul muy oscuro.

 


 

    Otra característica típica de las pinturas etíopes es la representación de las personas buenas y creyentes con los ojos grandes, mientras que las no creyentes o los enemigos se pintan de perfil y con un solo ojo.   

 


 

Las manos grandes significan generosidad y amor. Por eso es muy frecuente encontrarlo en las Madonnas, representaciones de la Virgen María.

 


 


Wangari Maatahi

 

Wangari Muta Maathai política y ecologista keniana. Fue la primera mujer africana en recibir el Premio Nobel de la Paz en 2004 por “su contribución al desarrollo sostenible, la democracia y la paz”. En 1977 fundó el Movimiento Cinturón Verde (Green Belt Movement), por el que obtuvo en 1986 el Premio al Sustento Bien Ganado. Fue elegida miembro del Parlamento de Kenia (Cámara Baja de la Asamblea Nacional) donde ejerció como ayudante del ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales durante el gobierno del presidente Mwai Kibaki entre enero de 2003 y noviembre de 2005. También formó parte del Consejo de Honor del Consejo para el futuro del mundo. Maathai fue también la primera mujer de África Oriental en obtener un doctorado.
Nació en Nyere, Kenia, en 1940, en el seno de una familia kikuyu. Estudió en un centro católico. A los 20 años le concedieron una beca para la universidad católica Santa Escolástica, en Arkansas, Estados Unidos. Allí conocería a la hermana Katheleen y entraría en contacto con una serie de valores que después habrían de ser fundamentales en su vida. En 1966 se licenció en Biología y obtuvo un Master de Ciencias en la Universidad de Pittsburg. Volvió a Kenia y en 1971 se doctoró en la Universidad de Nairobi, donde luego ejerció de profesora de anatomía en veterinaria y zoología. 
El año 1976 fundó el movimiento del Cinturón Verde con el objetivo de defender el medio ambiente de su país. Organizó a mujeres agricultoras para que plantaran árboles. A las amigas que conocía las animaba a plantar árboles en sus jardines, en los parques, en los patios de las escuelas o en las plazas de las iglesias. El movimiento que Maatahi creó no ha dejado de crecer. Algunos países africanos, como Tanzania, Uganda, Malaui, Lesotho o Etiopía, han lanzado esta iniciativa con bastante éxito. Pero el camino no ha sido fácil. Durante su trayectoria, Wangari ha sido insultada en el Parlamento de su país y en la calle, atacada por al polícia, amenazada de muerte e incluso encarcelada. Pero ella ha seguido con su actitud apoyada por numerosas mujeres, que han sido las que han plantado los 30 millones de árboles. 
Era frecuente encontrar a Maathai en acción con sus botas de goma, llevando una regadera y rodeada de plantas jóvenes dispuestas para traspantarlas. LaPremio Nobel de la Paz nunca creyó que llegaría tan lejos. Pero estaba encantada de que el mundo hubiera reconocido el trabajo que estaba haciendo. 
 
"Quiero dedicar el premio a la mujer africana. Quiero tenerla y estrecharla entre mis brazos. Creo que este premio es un honor dedicado a ella"
 
Una de las primeras cosas que realizó para celebrar el galardón fue plantar una acacia rosa a los pies del monte Kenia, un lugar que para ella y para las generaciones que le han precedido ha sido una fuente de inspiración.

 

 

MUSEO AFRICANO: HISTORIA Y ACTUALIDAD

 

El Museo Africano Mundo Negro abierto por los Misioneros Combonianos, tiene como finalidad ofrecer al visitante una ventana por la que asomarse al incomparable mosaico formado por los pueblos africanos. Más allá de los objetos y sus formas, uno puede ponerse en contacto con la culturas, pueblos y en definitiva, con los hombres y mujeres de África.

El Museo Africano fue inaugurado el 15 de abril de 1985, año en que se celebró el 25 aniversario de la revista Mundo Negro.

 


El Cardenal-Arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, monseñor Ángel Suquía presidió el acto de inauguración en el que estuvo presente el embajador de Guinea Ecuatorial.


 


 P. Isaac Martín, entonces coordinador del Museo Africano y responsable de su funcionamiento, nos expone cuáles eran los objetivos de dicho museo, "dar a conocer África, sus valores, su historia y su cultura".


Posteriormente, un trabajo importante fue el llevado a cabo por el P. Lino Zucco, quien contribuyó a la reordenación de las vitrinas y objetos, lo que dio al museo un aire funcional y atractivo.

El museo se organizó con una finalidad pedagógica. Se preveía, y así ha sido, que la mayoría de los visitantes iban a ser alumnos de colegios. El ritmo de visitas continuó creciendo por lo que se pensó en una ampliación y remodelación del museo. El Museo Africano causó una magnífica impresión a dos personalidades africanas que lo visitaron: el reverendo Maxime Refranosoa, quien había sido secretario general de la CETA (Conferencia de las Iglesias de Toda África) y don Leandro Mbonmio, ministro de Guinea Ecuatorial y escultor africano de prestigio.

El 11 de enero de 1990, se reabrieron las puertas de museo. Esta vez, aparecía ampliado y más enriquecido. La prensa escrita, radio y la televisión se hicieron eco de esta nueva fase. Este museo era el único, específicamente africano, que había en España por esas fechas. Al dar a conocer mejor la realidad africana, su historia, sus pueblos, sus culturas, sus costumbres... se quería crear una corriente de simpatía y conocimiento entre África y España.

El P. Antonio Calvera jugó un papel muy significativo en esta nueva fase. En el acto de inauguración, el doctor Eduardo Ripio I Perelló, catedrático de la UNED y exdirector del Museo Arqueológico Nacional, disertó sobre el tema "África, ¿cuna de la Humanidad?"

El Museo Africano ha sido visitado por unas 300.000 personas en los últimos 37 años. Nuevas iniciativas han ido surgiendo en torno al museo, manteniendo siempre la fidelidad al proyecto original.

Entre estas iniciativas destaca la exposición itinerante iniciada en el año 1992 que, bajo el título "África más cerca", lleva el arte africano más allá de los muros de museo. Esta muestras, realizada con los fondos del mismo museo, presenta el arte africano en su concepción más amplia: 

    Lo más tradicional -máscaras y estatuaria con fuerte sentido religioso-, lo moderno -tallas en madera realizadas para el puro goce estético-, lo cotidiano -calabazas, taburetes, telas o pipas ricamente decoradas- y lo lúdico -instrumentos musicales y juegos.

En el tiempo de funcionamiento la exposición ha llegado a colegios, parroquias, centros culturales de la zona de Madrid y de todas las latitudes de la península.

Exposición itinerante en Logroño

También realiza exposiciones temporales en la sala de exposiciones del museo.

Exposición "LA MUJER EN ÁFRICA"






Exposición "BELENES DEL MUNDO"

Exposición "EN EL CORAZÓN DE CONGO"



BREVE RECORRIDO POR EL MUSEO AFRICANO

África tiene más de mil culturas, correspondientes a otros tantos pueblos. La fuerza de su música y la creatividad de sus artes plásticas han enriquecido en las últimas décadas las corrientes artísticas occidentales.

El museo reúne piezas procedentes de diversos países del sur del Sahara. Como si de un viaje se tratara, el visitante se va adentrando en el continente africano y conociendo sus gentes de una forma progresiva.

Partimos de lo más externo a la persona: su aspecto, vestimenta, adornos y objetos de uso cotidiano. Así podremos ver collares y pulseras, vestidos tradicionales y modernos, diferentes tipos de vivienda y objetos de uso doméstico.


El segundo paso nos acerca al trabajo diario con diversas muestras de utensilios usados para la caza, la pesca, la ganadería o el cultivo de los campos. Una colección de machetes y cuchillos refleja, por otro lado, la importante labor de los herreros.
 

La riqueza de las manifestaciones artísticas queda recogida en una sección del museo dedicada a instrumentos musicales y esculturas de marfil y madera, en la que destacan las elaboradas tallas en ébano de los artistas makonde de Mozambique.

 

Una representación del vudú, religión de los ewé, originarios de Togo y Ghana, nos abre el paso hacia el ser espiritual y religioso del africano. Las máscaras, con su gran fuerza expresiva y formal, y la estatuaria ritual nos ayudan a profundizar en la relación de unos pueblos, esencialmente religiosos, con el Ser Supremo y los antepasados.

Hay un apartado muy especial dedicado al arte cristiano: cruces y pergaminos etíopes, tallas de Cristo crucificado, belenes, etc.

Junto a las piezas se exponen una serie de mapas, fotografías y grabados que ayudan a situar las piezas en su contexto, creando así una idea más amplia y completa sobre la cultura e historia africana.

JOYAS BEREBERES

  Los bereberes se denominan, los amazigh , el pueblo libre. A lo largo de la historia han recibido distintos nombres: Los griegos lo llamab...